Hay personas brutalmente honestas, hay personas directas y hay...cínicas.
Mi pregunta ésta vez es qué tanto decimos cosas y hacemos otras. ¿Tiene que ver con la vanidad? ¿Tiene que ver con el ego? ¿O simplemente disfrutamos jugar con las personas?
Cuando estamos en una relación sin querer se van poniendo reglas, por llamarlas de alguna manera civilizada, de convivencia. Pero qué hay cuando una persona dice querer a una y está con otra. Me impactó la historia de una amiga pues al parecer había encontrado a su igual, un hombre. Su relación tenía todos los elementos para triunfar: amistad, honestidad, sexo, aventura y solidaridad. Sin querer, hubo un distanciamiento, al regresar con esa persona le sale con el detallito... ¿Cuándo lo descubre? Al llegar ella al aeropuerto, él va a recogerla. Besos, abrazos, palabras tiernas e intercambio de regalos. Ya en el coche, nota algo raro y espera su presentimiento no sea real. Al llegar a casa, bajando las maletas él comienza a hablar. "No sé ni por dónde empezar...", dice. "Ja, ¡pues por el principio!", sonríe ella. "Estoy esperando un bebé y me casé"... El silencio reina el atardecer. "¿Qué?, ¿de qué hablas?"... Los detalles me los ahorro por guardar su decepción... Pensé esas historias sólo pasaban en las novelas trespeseras, pero no, casos de la vida real. Lo bueno: a tiempo se dio cuenta ese hombre no era para ella. Ahora gozará de su libertad y amará a alguien (que ya le llegó) que se lo merezca y hará su propia familia. Lo malo: ¡no le rompió la cara! Ja. Moraleja: ten cuidado con quién duermes y a quién dejas entrar a tu corazón.
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