Ser incongruentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos se debe única y exclusivamente a que se nos olvida que somos parte del Ser.
Que salimos de Él y seguimos siéndolo.
Cuando nacemos, por alguna razón nos desdoblamos, quedando así divididas nuestras dimensiones: mente, cuerpo y espíritu.
El chiste para lograr la asención está en reunirlas, armonizarlas y amarlas. Siempre con la regla de 3.
El entramado nos une con nuestra Divinidad y con el principio de Todo.
Se es libre de miedo cuando se deja fluir, unir y fundir con Él. Ahí empieza la verdadera voluntad.
Se predica con el ejemplo.
Se gana el respeto con el ejemplo.
Se gana el amor con el ejemplo.
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